Si hay algo que nos molesta a todo el mundo es que no nos dejen dar nuestra opinión. Y para nosotras esto fue así durante mucho tiempo.
No hace tanto que Clara Campoamor, diputada en las Cortes, defendía con un encendido discurso el derecho a pronunciarse en proceso electoral. Corría el año 1.931 y ella, apoyándose en otros compañeros, conseguía que las mujeres pudieran votar en nuestro país por primera vez.
Para conmemorar este día hemos repetido una dinámica de otros cursos que siempre se muestra efectiva: reunida la clase en asamblea, hemos pedido al grupo que elija mediante voto a mano alzada a qué se va a poder jugar en el patio. Cuando estaban votando, hemos dicho a los niños que, lamentándolo mucho, ellos no pueden votar ni decidir. Tras varias preguntas en las que se tomaban decisiones importantes para la clase, y en las que en ningún momento hemos dejado intervenir a los niños, les dejamos claro que, pese a que no se han podido pronunciar, evidentemente tienen que acatar las decisiones de sus compañeras. Y ahí es cuando se monta la trifulca: que si no es justo, que si yo no pienso hacer eso, que si yo tengo derecho...
Después de dejarles despotricar un poco, hemos presentado a Clara Campoamor y hemos hablado de lo que ella pudo conseguir para las mujeres. Una vez que habían experimentado lo injusto que es no poder decidir, entendieron la importancia de la figura de esta mujer y, cómo no, realizaron un mural conmemorativo de la fecha. Reflexionando sobre su famosa cita "La libertad se aprende ejerciéndola", han hecho estas maravillosas Claras.
Seguimos creciendo, seguimos entendiendo.
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